La pandemia que azota a la mayoría del mundo -incluido a nuestro país-, traerá efectos impredecibles. En el “aquí y ahora”, esos efectos recaen sobre la vida y la salud de las personas, pero a la vuelta de la esquina, “mañana” -porque habrá un mañana para nosotros-, tendremos que atender urgentemente a la economía y más allá en las prioridades, al derecho.
Y aquí es donde nos toca prevenir las consecuencias jurídicas de este fenómeno inédito, sin saber tampoco qué magnitud tendrán los cambios sociales/culturales que se produzcan. Porque el derecho, siempre llega después de esos cambios, convalidándolos en algunos casos, regulándolos en otros, integrando y conteniéndolos dentro del sistema normativo que regula la convivencia y los intereses de todos.
Aprovechando la cuarentena, bien podemos ponernos a pensar en ello, porque en nuestra materia también tenemos en ocasiones “el diario del lunes”.
Quienes llevamos años de profesión, tenemos un antecedente histórico reciente respecto a la “excepcionalidad normativa” con la que tendremos que convivir por un tiempo. Recuerdo el caos que generó el llamado “corralito” en el año 2002, y la incertidumbre, inseguridad jurídica, zozobra y angustia que sufrimos por igual los letrados y los simplemente interesados o afectados por las cuestiones del derecho.
Esas épocas eran mis inicios profesionales y me dejaron una gran enseñanza: comprendí por primera vez que los expedientes eran personas y en cada amparo presentado, había alguien que necesitaba SU dinero para vivir, comer, operarse, pagar el crédito de su casa o simplemente irse de viaje… atrás de cada acción judicial, había historias, sufrimiento, humanidad.
En estas nuevas circunstancias -totalmente distintas a aquéllas-, el primer dato destacable es que la necesidad y la urgencia que estamos viviendo han obligado al Poder Ejecutivo a transformarse en legislador de nuestros derechos, tarea natural del Congreso -que hace mucho tiempo no sesiona- y del Poder Judicial -que se encuentra operativamente paralizado y atiende sólo la “urgencia”.
Dos pilares fundamentales de la república, casi congelados.
Paradójicamente, también el federalismo -hoy traducido en pseudofeudos provinciales y comunales- se ve exacerbado cuando se levantan terraplenes para impedir su ingreso u otras formas de “trincheras de guerra” para que ningún otro “extraño argentino” entre, pase, circule.
Una cantidad de Decretos de Necesidad y Urgencia (identificados como DNU), resoluciones y disposiciones ministeriales, circulares (del Banco Central), y otras formas jurídicas, fueron necesarios dictar y están moldeando nuestros derechos y garantías, en algunos casos restringiendo, negando, modificando, suspendiendo (per se, no son inconstitucionales). Y en esa nueva configuración de derechos, seguramente se producirán excesos, injusticias, desviaciones, ilicitudes, pérdidas, quiebras, incumplimientos, abusos.
En un tiempo no muy lejano, seguramente se pondrá en la cama de terapia intensiva a la economía. Y el derecho, quedará en atención intermedia, para ser atendido.
Conceptos como “estado de necesidad y urgencia”, “aislamiento social preventivo y obligatorio”, “fuerza mayor”, “inconstitucionalidad”, “esfuerzo compartido”, “derecho de transitar, entrar y salir”, “congelamiento de precios”, “DNU 297/2020”, etc., entraron en nuestras casas, nuestras vidas o la de nuestras familias, e inevitablemente vivimos alguna circunstancia atravesada por ellos….
Días atrás recibí la consulta de un matriculado cuyo contrato de dirección de obra venció en marzo pasado y no quería prorrogar el mismo, con la obra sin terminar: ¿qué pasa en estos casos?. ¿Qué se hace?. ¿Cómo procede con su comitente?. ¿Qué medios de comunicación fehaciente utilizaba si no puede llegar hasta el correo?. ¿Qué debía hacer ante los organismos de contralor?. ¿Cómo peticionar ante ellos sino atienden al público?.
En este espacio institucional pretendemos -conforme evolucione la situación-, ir desarrollando ideas de cómo re-interpretar esos conceptos y qué hacer en determinadas situaciones personales/profesionales en el nuevo escenario, buscando entre todos soluciones y certezas para nuestras inquietudes.
Así cómo la salud hoy tiene como único antídoto para el COVID-19 el lavarse “las manos con agua y jabón” o “quedarnos en casa”, el derecho en nuestro país tiene como antídoto ante cualquier exceso o arbitrariedad a la “Constitución Nacional” y al “Estado de derecho” y, si me permiten, una experiencia de vida democrática ininterrumpida que está por cumplir cuarenta años…
Mientras termino con estas palabras en cuarentena, suena en la radio “….todos nos vemos buscando bien o mal una salida en el cielo…Adentro llueve y parece que nunca va a parar y VA A PARAR. Una sonrisa se ve reflejada en un papel y se te empañan los ojos con esas caras diciendo que todo va a estar bien y VA A ESTAR BIEN” (NTVG).
Dr. Dario SALTO
Asesor Legal CAPBAUNO