La Ciudad y la Región han experimentado un notable crecimiento en los últimos años, con rasgos anárquicos y ajenos a un criterio consensuado de planificación integral de carácter urbano, económico y ambiental.
Está a la vista que los instrumentos de planificación disponibles resultaron ordenadores insuficientes ante el impacto de la concentración edilicia en el centro de la Ciudad, la edificación informal en las periferias (villas) y los desarrollos extraurbanos relacionados con el Plan Procrear, en los tres distritos principales de la Región Capital.
En el partido de La Plata, las áreas de Planeamiento del ámbito municipal han funcionado por largo tiempo como despachos meramente administrativos, donde se evaluaban situaciones individuales producto de la iniciativa privada, pero no se visualizaba ni accionaba sobre el futuro del territorio como un todo, objeto de evaluación y propuesta.
Mucho se ha hecho hincapié -y a nuestro entender de forma no debidamente fundamentada- en la responsabilidad que el actual Código de Ordenamiento Urbano (COU) tiene sobre esta situación. Para ello sería importante recalcar que el mismo representa en verdad sólo un marco regulatorio referencial, de cumplimiento en los hechos casi exclusivamente por los actores privados de la actividad de la construcción.
Sus efectos prácticos están condicionados tanto a los criterios interpretativos de la autoridad de aplicación -no siempre ajustados al espíritu normado-, como a su correlación con una planificación integral de la Ciudad, que debe apoyarse en estrategias de promoción y desalientos desde el campo estatal y ser rubricada a través de obras de infraestructura, incentivos y demás acciones complementarias.
Puede concluirse entonces que la resultante actual del desarrollo urbano y regional, es consecuencia de la sumatoria de aplicación de las históricas ordenanzas regulatorias, con sus virtudes y defectos, y de las acciones positivas y omisiones de los gobiernos de turno.
Por lo tanto, más que un hipotético reemplazo, la normas deben someterse a actualizaciones periódicas a partir del monitoreo y evaluación constante de sus resultados prácticos, para operar los cambios y modificaciones que las políticas de planificación demanden.
Para avanzar en soluciones a los problemas referidos, se visualiza necesario conformar un espacio de trabajo integrador y multisectorial donde elaborar un diagnóstico exhaustivo de la situación existente y desarrollar los potenciales de intervención, recopilando saberes y datos en poder de distintos ámbitos municipales, provinciales, académicos y de los Colegios Profesionales, recabando las demandas y opiniones de las cámaras empresariales y comerciales, ONG’s y demás agrupamientos intermedios.
En dicho espacio, por sobre determinaciones específicas de límites de zonificaciones, alturas o densidades, debieran alentarse primariamente algunas definiciones básicas, preferentemente en forma conjunta y coordinada con los distritos vecinos.
Sobresale entre ellas la redefinición del rol productivo de la ciudad y región de cara al futuro y la identificación de oportunidades para acompañar las actividades actualmente presentes e incorporar nuevas posibilidades, en un contexto de sustentabilidad económica y ambiental.
Resulta trascendente a su vez explotar el perfil cultural y científico, alentando las actividades relacionadas con el conocimiento como congresos, convenciones y otros, sustentado fundamentalmente en la impronta y trascendencia de las entidades educativas de la zona.
No menos importante aparece mensurar el impacto urbano-económico del Puerto de contenedores, para establecer políticas activas al respecto, como la definición de las rutas de acceso o el desarrollo de la logística asociada y las actividades complementarias.
Todas estas acciones estarán inevitablemente condicionadas a la redefinición de la política de transporte y movilidad, que amerita decisiones trascendentes sobre los sistemas de movimientos en la Región, los recorridos del transporte público, los estacionamientos en el área central o la concreción de la terminal ferroautomotor, por citar algunos ejemplos.
Finalmente y como correlato de los lamentables episodios naturales sufridos por la Ciudad, se hace impostergable continuar con las obras de control de la problemática hidráulica, con el acento puesto en complementar las acciones ingenieriles con políticas de orden ambiental.
Definidas ciertas premisas básicas, será posible entonces avanzar en estrategias regulatorias para propender a una ciudad de conformación más compacta, con un mejor aprovechamiento de los recursos, frenando la expansión del suelo urbano sobre las áreas productivas y balanceando la polaridad entre centro altamente densificado y periferias sin servicios, alentando la densidad media en las zonas intermedias con una lógica de desarrollo inversa a la actualmente imperante.
La responsabilidad del desarrollo no puede estar solo en la iniciativa privada. El Estado deberá acompañar con intervenciones ordenadoras y estratégicamente emplazadas, -fundamentalmente en la periferia-, tales como la extensión del sistema de plazas y parques, la prolongación de vías estructurantes y la disposición de equipamientos comunitarios e infraestructura de servicios, revitalizando áreas del ejido urbano hoy día deprimidas o creando nuevos polos atractivos para un desarrollo con calidad ambiental.
Celebramos que el Municipio platense haya decidido crear una Secretaria de Planeamiento Urbano y Desarrollo Económico, que esperamos se estructure con profesionales idóneos y especializados en las temáticas descriptas y establezca reglas claras de proceder al servicio de recuperar para el Estado el rol indelegable de planificador de su territorio.
El tiempo dirá si el camino y las formas elegidas son los adecuados a las circunstancias o si nos encontramos como Ciudad ante una nueva oportunidad perdida.
*Publicada en la sección Enfoques del Diario El Día. www.eldia.com